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viernes, 20 de agosto de 2010

la queja

Cuando leí el texto de Jean shinoda las ancianas no se quejan , despejé algunas dudas que tenía respecto a la queja.

Ella empezaba diciendo que es preciso silenciar las quejas mentales que no tardarán en escapar por la boca en cuando encuentre la ocasión y si nos quedamos en el lamento no somos capaces de vivir el presente y tampoco somos compañía grata.

Las quejicas dan por sentado que merecen una vida diferente a la que poseen sin pensar que cada una de nosotras tenemos una parcela de desgracias como todo el mundo, y son incapaces de mostrar gratitud por lo que poseen , con esta actitud no disfrutamos del presente.

En este punto, me quedé pensativa ya que yo había llegado a la conclusión antes de leer este texto que las cosas había que plantearlas e intentar resolverlas no dejarlas en silencio , después , me di cuenta que el mensaje que daba jean es que una cosa es expresar el dolor , y otra lamentarse y en este punto ella explica con claridad que en la vida de las personas ocurren hechos de cualquier índole que nos causan dolor y esto si debemos compartirlo con las personas que comparten nuestra vida , saben que sus problemas no son el centro del universo y que los demás también atraviesan dificultades , por eso no conviene aburrirlos con lamentos y quejas

A medida que envejecemos sobre todo si tenemos tendencia a mostrar nuestros sentimientos encontramos más motivos de queja ,y corremos el riesgo de convertirnos en mártires, siendo esto muy negativo ,con un poco de olfato, humor y sabiduría no nos dominará esa capacidad que tenemos para la queja en aquellos momentos que no conseguimos lo que queremos.

El cambio comienza desde el interior, una valoración honesta no es una acusación; es un diagnostico que funciona para ayudar a resolver la insatisfacción y dejar de auto compadecernos.

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