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lunes, 20 de diciembre de 2010

historia de una toquilla

La idea surgió cuando Marta recibió la feliz noticia, ¡iba a ser abuela! Después de tantos años tendría un bebé entre los brazos, así que decidió hacer algo especial.

Marta salió de casa y se dirigió a la tienda de lanas. Allí estaba yo, hecho un ovillo cuando vi su mano pequeña acercarse a mí pensé: ¡a ver si me tira! La veo un poco desorientada.

En ese momento me cogió y acercándome a su mejilla me acarició con mucha ternura. Solo quedaba por sabe r, si le gustaba mi color, y la delgadez de mi cuerpo, y si, parece que todo iba bien, me asustaba pensar que solo le hiciera falta yo, quería irme acompañado con algunos de mi serie aunque no fueran del mismo color.

Por fin se decidió fuimos cinco los elegidos y nos íbamos a su casa, dejaríamos esa triste estantería. Mientras Marta hablaba con la dependienta, yo seguía muy atento sus explicaciones, sentí emoción al saber que iba a serle útil a un bebé; esos seres inocentes e indefensos que solo esperan que alguien cubra sus necesidades básicas.

Aquella misma tarde empezó a trabajar mi cuerpo con dos agujas a punto bobo, cada vez me hacía más esponjoso.

Las dos agujas bajo sus brazos y con su mano derecha pasaba mi cuerpo entre las agujas y así iba tejiendo al derecho, y cuando cambiaba las agujas de brazo, seguía el tintineo pasándome en sentido contrario pero siempre al derecho; me sentía el más feliz del mundo, y de esta manera pasados algunos días nos convertimos en toquilla, los cinco ovillos entrelazados esperando acurrucar a un bebé que será la alegría de esta maravillosa abuela.

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