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domingo, 30 de enero de 2011

Miedo a lo desconocido

Hace tiempo que tengo pesadillas, no puedo conciliar el sueño me han dicho que tenga cuidado, hay un hombre malo que coge a las niñas.
Todos lo describen como un hombre alto, desgarbado de cabello largo muy enredado, manos grandes agrietadas y las uñas negras, ojos hundidos y la mirada perdida.
Tenía miedo de encontrarlo en cualquier esquina, oía sus pasos cerca de mí procuraba caminar a paso ligero para que no me diera alcance .Todas las niñas del colegio tenían miedo.
Es difícil explicar cómo se puede sentir miedo de alguien que no había visto nunca; pero lo sentía.
Siempre iba acompañada, pero si alguna vez bajaba sola a comprar golosinas al quiosco, miraba bien a cada lado de la calle para asegurarme que no estaba ese hombre. Paso el tiempo y supe sin tener que preguntar a nadie, que nos habían engañado, este hombre no hizo daño a nadie.
Nunca entendí por qué desde pequeños nos inculcan miedo hacia unas personas dándonos su descripción, estado mental incluso el nombre sin haberle preguntado nunca como se llama, pero eso da igual siempre será “el hombre del saco”.
Generalmente son mendigos, marginados de la sociedad y con las facultades mentales perdidas cuyo único pensamiento es conseguir algún mendrugo de pan que llevarse a la boca, están demasiado ocupados en sobrevivir como para hacer daño a nadie.
Sin embargo hay otros “hombres de saco” y “brujas” con los que convivimos y nadie nos enseña a conectar la alarma; maltratadores, manipuladores, estafadores, que cuando tenemos noticias de ellos es porque nos han causado un dolor profundo y un daño irreparable.
Ahora que he conocido la maldad, quiero rendir homenaje a los inocentes “hombres del saco”.

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